La primera ola: foto de un desastre (y V-la segunda ola)

Para saber qué vamos a hacer ahora, necesitamos conocer dos cosas: (1) qué porcentaje de seropositivos hay en cada zona geográfica y (2) qué objetivo se pretende conseguir desde el gobierno. Además, hay una incógnita importante: no sabemos si la epidemia se frenará espontáneamente por la subida de temperaturas.
Básicamente, hay dos objetivos posibles que se pueden conseguir: el primero sería cortar la diseminación de la enfermedad, para lo cual habría que mantener el confinamiento estricto hasta que haya muy pocos casos, abrir el confinamiento, y seguir todos los casos nuevos que aparezcan y sus contactos, haciendo tests y cuarentenas individuales y, si en una zona o región empiezan a aparecer más casos en una nueva progresión geométrica, volver a confinamiento enseguida. Así, retrasaríamos la segunda ola hasta que haya vacuna y/o tratamiento adecuado, que podría estar disponible para el 2021 siendo muy optimistas, o para el 2022 siéndolo menos. El coste social y económico de esta opción es elevado, y no parece que sea la elegida por nuestro gobierno, porque ya hay algunas medidas de relajación del confinamiento, permitiendo que se reinicien actividades no esenciales.

Otra opción es permitir que el virus siga una difusión más o menos controlada, con el objetivo de que progresivamente se infecte gran parte de la población, intentando recluir sobre todo a la población de riesgo como los ancianos y enfermos, hasta que haya inmunidad de grupo y la epidemia se extinga al no encontrar suficientes contactos susceptibles. Pero para eso necesitamos saber antes cuánta población tenemos sin anticuerpos. En Portugal, sabemos que el gobierno está haciendo tests aleatorios para recabar este dato y actuar en consecuencia. Aquí, no tenemos noticia de que se esté haciendo. La desinformación sigue siendo una nota dominante.

Por tanto, una primera medida sería informarnos a todos de qué se esta haciendo, qué escenarios epidemiológicos se manejan, qué objetivo se propone el Gobierno y qué medios está destinando a ello.

Lo segundo sería asegurar los suministros de tests, EPIs y resto de necesidades. Mientras esto no se tenga, hay que ser extremadamente cuidadosos. Las CCAA no pueden seguir dando por hecho que el gobierno central tiene solucionado este problema: deben hacer sus propias previsiones para una segunda ola y asegurarse de que vamos a disponer de ellas.

Lo tercero es, ahora que se puede, protocolizar bien la protección de los sanitarios, por nuestra seguridad y para que no nos convirtamos en transmisores de infección (sin olvidar las farmacias comunitarias). Para esto hacen falta muchos tests.

Lo cuarto es establecer protocolos y responsables de cumplirlos para las residencia sanitarias, asegurar sus necesidades de personal y establecer medidas de emergencia como ya se está haciendo, con la posibilidad de establecer hoteles medicalizados.

Por último, será necesaria una monitorización constante de la epidemia dividida por zonas geográficas, ya que en Madrid se debe estar mucho más cerca de la inmunidad grupal que en Andalucía o Murcia, y estas últimas pueden tener más necesidad de volver al confinamiento si empiezan a aumentar los casos. Una vez conocida la cinética de la transmisión, se debería prever en qué situaciones habría que replantear el confinamiento, para no depender exclusivamente de apreciaciones políticas.

Mientras tanto, con las personas ancianas o con factores de riesgo se deberían mantener muchas precauciones, para intentar librarlas de la infección, hasta que la inmunidad de grupo, la existencia de una vacuna o de un tratamiento adecuado, permita que puedan volver a hacer vida normal con seguridad.

Además, una vez pasada la primera ola, deberíamos buscar fórmulas para que, a partir de ahora, ninguna de las víctimas muera sola, sin atención espiritual, ni se impida a los hijos despedir a sus padres.

No sabemos si la segunda ola vendrá en un mes cuando abramos las puertas, si se demorará hasta el próximo otoño-invierno, o si tendremos una bajada de la primera ola larga y suave, hasta que desaparezca. En cualquier caso, ya sabemos una cosa: no podemos volver a ser optimistas. El optimismo infundado mata. La experiencia de la gripe española de hace un siglo es ilustrativa: en las zonas donde la primera ola fue más suave, la segunda fue peor que la primera. Lo que tenemos ahora es un tiempo precioso para preparar suministros y protocolos antes de que llegue.

"la gripe española" en dos ciudades de EEUU, CDC

Por supuesto, aparte de los hechos expuestos, lo demás no son más que las opiniones de un profesional sanitario más y tienen el valor que cada uno les quiera dar. Pero en la vorágine de la confusión y tensión política que vivimos estos días, me ha parecido necesario aportarlas.


Comentarios