Fraude en estudios científicos: esto debemos conocerlo

Una interesante entrada en el blog del Congreso Nacional de Estudiantes de Medicina refiere los hechos del fraude ocurrido con el estudio 329 de paroxetina: la torticera publicación del estudio científico con este antidepresivo en niños y adolescentes. El artículo, patrocinado por el laboratorio GSK, aparentaba que era eficaz y segura. La realidad es que no era eficaz y era dramáticamente insegura: provocaba suicidios. Habían falsificado los resultados, y eso costó vidas de niños y adolescentes durante años, además de destrozar a sus familias.

Por una demanda judicial, investigadores independientes tuvieron acceso a los datos reales del estudio, y lo publicaron con los datos verdaderos en una revista científica en 2015.

Pero nadie se ha enterado: ni la opinión pública, ni los profesionales sanitarios. Más de 15 años después, no hay ni una retractación, ni una disculpa, nada...

No es el único caso: Celecoxib (Pfizer) disfrazó sus resultados haciendo que pareciera mejor que el comparador y justificando así su lanzamiento a un precio mucho más caro. El fraude fue descubierto por uno de los revisores de la FDA, que se desdijo de su artículo positivo sobre el fármaco. Rofecoxib (MSD) fue comercializado durante años aun a sabiendas de que cuadruplicaba los infartos de miocardio, lo cual se disfrazó en la promoción, incluso se denunció a los tribunales a quienes lo comentaban -caso del farmacólogo JR Laporte en España- haciéndoles pasar un calvario judicial. El fármaco fue luego retirado por su toxicidad, con muchos millones de dólares ganados.

Ese es un procedimiento habitual de las grandes compañías -no sólo farmacéuticas- para acallar las voces críticas que pueden perjudicarles: interponen demandas y someten a los profesionales o particulares a calvarios judiciales. Aunque los profesionales ganen el litigio, supone para ellos un enorme trastorno personal; la compañía, en cambio, simplemente ha amortizado su seguro legal. Al final, nadie se entera y todo queda impune. La compañía ha hecho efectiva su amenaza y ha lanzado un mensaje a navegantes: "esto les pasa a los que no se callan". Las leyes y el sistema judicial permiten este abuso sistemático.

Por desgracia, escándalos como el de la paroxetina y otros no se difunden a la opinión pública, y lo peor, ni siquiera llegan a ser conocidos por la mayoría de los profesionales sanitarios. Con seguridad, la inmensa mayoría de las personas afectadas y sus familias ni siquiera saben que lo que les ha ocurrido es provocado por el medicamento que han recibido, y nunca recibirán una explicación, ni interpondrán una denuncia, ni obtendrán una disculpa, ni cobrarán una indemnización.

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