Independencia y puritanismo en la formación sanitaria

Quiero hacer un comentario desde el punto de vista profesional y ético, sobre la formación sanitaria y la necesidad de que esta sea independiente de la industria farmacéutica, con los pies en la realidad actual.

En primer lugar, es importante, exigible, mantener a la industria fuera de los criterios con los que se forman nuestros alumnos y residentes, y con los que nos formamos nosotros mismos. Esto significa que los laboratorios no puedan, ni siquiera indirectamente, elegir tema, ni ponentes, ni orientar contenidos aportando las ponencias ya hechas o modulando su orientación. Creo que está claro que no debemos aceptar eso en nuestras ponencias, y estaría justificado incluso poner reparos a apoyar con nuestra participación eventos donde eso suceda, aunque nosotros rechacemos la influencia y afecte sólo a otros ponentes que nos acompañan.

La forma en que esto se plasma en directrices y declaraciones de conflicto de interés, es que se considera como tal el recibir pagos directos por parte de la industria farmacéutica. Sin embargo, no se  considera conflicto de interés la participación  en eventos financiados por la industria a través de una sociedad, fundación, universidad, etc. Este enfoque me parece que éticamente es bastante discutible e  insuficiente; me parece un enfoque puritano que juzga la cuestión por la apariencia externa, aunque internamente se incumpla igual el requisito de independencia. Si bien es cierto que la financiación directa es un poco peor, en esencia y realmente, no es tan distinguible de la financiación indirecta.

No digo esto para condenar a otros; yo mismo participo en eventos con financiación indirecta, y hasta a veces los organizo. Pero "no por fumar vamos a decir que el tabaco es bueno". Mi experiencia es que, tanto en eventos con financiación directa como indirecta, he recibido ponencias hechas, presiones y vetos por parte de la industria. Nunca los he aceptado ni me he dejado llevar por ellos, pero he visto cómo ponentes en el mismo acto soltaban prácticamente entera una ponencia hecha por la industria, y me parece que habían sido obviamente seleccionados entre otros muchos compañeros, por su posición favorable a los criterios del laboratorio financiador. También tengo que decir que, en otros eventos, tanto con financiación directa como indirecta, he visto escrupulosamente observada la no ingerencia del financiador, así como la independencia de todos y cada uno de los ponentes, y también la selección de los mismos.

¿De qué sirve esta reflexión? Simplemente, como principio, para manifestar que la nube de puritanismo que flota sobre las declaraciones de interés no me convence ni poco ni mucho, y que no me siento limpio de polvo y paja sólo por no aceptar financiación directa. Me parece bien que nos autoexijamos rechazar esa fórmula, pero creo que la clave de la independencia, en este entorno tan imperfecto, pasa por revisar, sobre todo, que no aceptamos presiones ni sugerencias en nuestras ponencias, selecciones de participantes o de los temas elegidos para la formación en los actos que organizamos, y que procuramos evitar nuestra participación activa en actos en los que podamos sospechar que lo anterior está sucediendo, aunque no nos afecte a nosotros individualmente (por desgracia, a veces sólo podemos comprobarlo cuando ya es tarde y vemos cómo se desarrolla el acto).

Lo ideal sería contar con financiación independiente de la industria de verdad, pero eso es hoy tremendamente difícil, por desgracia; es algo que habría que arreglar desde la administración sanitaria. Los profesionales recurrimos entonces a presentar una "hoja de servicios" que aparece libre de conflictos de interés desde un punto de vista "puritano", pero la verdadera independencia es más difícil de demostrar; ésta se gana o se pierde con el tiempo, y es algo que debemos cuidar, tanto a nivel personal como corporativo.

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