La crisis del coronavirus, en contexto


Se oyen, en estos días de pandemia, distintas voces sobre las medidas de confinamiento. Hay quienes comparan con la epidemia de gripe, piensan que el coronavirus no la superará en número de muertes y se extrañan de las medidas de alto impacto socioeconómico que se están tomando. Por tanto, vamos a intentar poner las cosas en su contexto, aun con la incertidumbre que tenemos a día de hoy que seguro necesitará revisión dentro de unas semanas.

Siendo moderados, y con la gran incógnita de cuándo puede llegarse a inmunidad de grupo que dificulte la circulación del virus y del efecto del aumento de las temperaturas primaverales, no será extraño que la epidemia en España pueda llegar a 5.000-10.000 muertes, que pueden aumentar o no en meses siguientes dependiendo de las medidas de aislamiento, difíciles de sostener. La mayoría de muertes se producirían en un pico de unas 4-6 semanas.

La gripe, el año pasado, tuvo un pico máximo de hospitalizaciones graves que duró de la semana 2 del año 2019 a la 8-10, unas 6-8 semanas. La tasa de hospitalizaciones graves fue de 22,7 casos por 100.000 habitantes. Extrapolado a una poblaciòn de 46,6 millones de habitantes en España, eso da 10.601 hospitalizaciones graves por gripe, la mayoría en 6 semanas. Los más afectados fueron mayores de 65 y niños menores de 4 años. También influyen los factores de riesgo, como en Covid-19. Fuente de datos: Servicio de Vigilancia Epidemiológica.

De los ingresados graves, requirieron UCI un 23,2%. Eso supone 2.459 personas extrapolado a la población española. De nuevo partiendo de los ingresos graves, murieron el 17,5%, 1.855 personas extrapolado a España. Pero la mortalidad total por gripe podría ir más allá de esto, porque pueden morir personas no hospitalizadas, sobre todo ancianos y enfermos crónicos. Su estimación es compleja y se hace indirectamente comparando la mortalidad total en las semanas del pico gripal con la esperada. Otros procesos invernales no gripales, como neumonías, etc., también causan mortalidad. El año pasado la mortalidad parece relativamente baja, Se ha estimado que un año malo, y a pesar de la vacunación, la mortalidad por gripe en España puede llegar a 15.000 muertes, pero esto este dato tiene bastante incertidumbre.


Ya este año 2020, en febrero, antes del coronavirus, la gripe estaba llenando las urgencias. Pero -esto ya es opinión- es un virus conocido, sabemos hasta donde puede llegar habitualmente, socialmente asumimos que se va a llevar a personas débiles y mayores, como otras muchas afecciones que aparecen o se agravan en invierno, y no causa tanta alarma.


Antes hemos comentado que podríamos tener 10.000 muertes en España, pero ¿cuántas serían sin confinamiento? En Lombardía (la región de Milán, la más afectada de Italia), hasta hoy hay 3.095 muertes en una región con 10,04 millones, en un mes. Va a haber muchas muertes más, pues están en casi colapso sanitario y en el pico, aún no han bajado de él. Imaginemos que hubiera 6.000 muertes si no se tomaran medidas de confinamiento drásticas, siendo moderados. Extrapolado a España, serían 27.600 muertes si no se actúa a tiempo. Y esto es extrapolando la mortalidad de Lombardía, donde llegado el momento no hubo más remedio que tomar medidas. Sin ninguna medida, las muertes podrían ser muchas más. En Madrid, no parece que el confinamiento haya llegado a tiempo y ayer superaron las 1.000 muertes acumuladas desde el principio.

Por tanto, entre la alarma social y sanitaria por un virus nuevo, con el que no se contaba en años anteriores, que se solapa a las muertes invernales que ya hay todos los años, que hoy no tiene vacuna ni tratamiento antiviral establecido, y con la propia alta infectividad del virus, que produce muchos contagios en muy poco tiempo, el coronavirus es capaz de colapsar el sistema sanitario si no se toman a tiempo las medidas drasticas de confinamiento, lo que se está viendo en Lombardìa y, con días de retraso sobre Italia, también en Madrid. El problema es que, cuando se colapsa el sistema, puede haber muchos pacientes a los que no se pueden facilitar todas las medidas terapéuticas que necesitarían para sobrevivir al Covid-19, y eso es terrible, porque causaría miles de muertes evitables. 

Un gobierno inactivo, pensando solamente en lo económico, sería inmediatamente acusado desde todo el sector sanitario de negligencia, y tendría los días contados. De hecho, esto ya está sucediendo en España por la actuación tardía en el estado de alerta, en cortar los movimientos entre regiones, y por la falta de previsión suficientemente anticipada en la gestión de los suministros médicos. Por eso, los gobiernos no pueden hacer otra cosa que lo que se está haciendo: tomar medidas drásticas y a tiempo. 

La decisión no es nada fácil, porque si se corta la epidemia y la población no desarrolla inmunidad grupal, ¿hasta cuándo puede durar el confinamiento, qué pérdidas económicas somos capaces de soportar? Veremos que, con el paso de las semanas, la pérdida de salarios y beneficios en tan poco tiempo se vuelve difícil de soportar, y afecta a las personas de forma muy desigual. Cuando volvamos a aumentar la actividad, cabe pensar que el virus volverá a las andadas. Pero estaremos ya preparados; si es posible, tendremos suficientes pruebas de PCR para aislar a los contactos infectados, como se está haciendo en Corea del Sur -con una población admirable en su responsabilidad y disciplina-, y habrá una vigilancia epidemiológica estrecha por si son necesarias nuevas medidas, que podrán ser distintas según los territorios y el grado de inmunidad de la población en cada uno.

En todo caso, el coronavirus es un reto sanitario ante el que ningún gobierno estatal es capaz de inhibirse. Debe servir para que las naciones se preparen para otras posibles pandemias. En lo social, será necesario, como en la crisis económica pasada, pero esta vez de forma más aguda, que la familia y las instituciones benéficas sean capaces de paliar el golpe para las personas sin recursos. Todos reconocemos el papel importantísimo de la familia, las instituciones como Cáritas y los bancos de alimentos, que nos salvaron de una caída mucho más grave en la crisis pasada. Esta es nuestra gran fortaleza, y de nuevo podrán representar un papel importante.

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